Coger un bolígrafo, un poco de papel y sentarte en el suelo ya te da poder para empezar a escribir. Este ejercicio lo podemos hacer cuando estamos esperando en el médico, cuando viajamos en autobús o en el bar donde tomamos ese desayuno diario.
Como escritores, todos necesitamos un hueco donde podamos estar con nosotros mismos para narrar aquello que somos capaces de ver. Si, una casa en la playa estaría bien (¿Cómo? ¿Vosotros no tenéis ninguna? ¿En serio?) Bromas aparte, ni yo dispongo de una casa así, aunque lo más seguro es que si la tuviese estaría tostándome al sol en lugar de escribiendo. Así que siguiendo esa lógica cualquier lugar donde nos sentemos cómodos para escribir servirá.
Uno de mis preferidos, era una cafetería donde el café estaba tan malo que sobrevivía a base de zumos. Sin embargo, la gente que entraba era tan dispar que cada vez que necesitaba un personaje para un capítulo solo tenía que escoger al próximo que entrase por la puerta. Algunas personas sin embargo, necesitan silencio para concentrarse otras algo de caos en sus vidas. Al final lo importante es el bolígrafo y las ganas que se tengan de sentarse para escribir.
Una pasada tu libro estamos.las dos entregadas engancha pero de verdad. Vamos capítulo 4 y 7
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