Hoy me apetece hablar de algo interesante, el fin del mundo. Ya ha quedado atrás la famosa fecha del veintiuno de diciembre del dos mil doce y no serán los mayas los que vaticinen la catástrofe. No sé lo que tardará otro meteorito en estar lo bastante cerca de la órbita terrestre como para suponer una amenaza, ni cuanto puede aguantar la capa de ozono si decido comprarme un coche y lo que es peor... ¿Sobreviviremos a otra entrega de "Gran hermano"?
No lo sé, no me importa. Aunque la verdadera pregunta es ¿Por qué nos da tanto miedo que el llegue el fin del mundo? No es algo tan grave. Si somos sinceros con nosotros mismos, en el último momento solo tendremos dos preguntas en la cabeza.
- ¿Me dolerá?
- ¿Qué será del mundo sin mí?
Que el mundo se haga añicos no es lo grave. Lo malo es que todo va a terminar para uno mismo. "Mis padres" "Mis hermanos" "O Dios, ¿Que tengo que hacer para que salves a mi gatito?". Ponte de rodillas y... reza.
Aceptar el fin del mundo es tan sencillo como pensar que te toca irte al otro barrio, pero que encima te van a acompañar todos tus amigos. Casi tendríamos que hacer una fiesta.
-Ostras Paco, ¿Tú por aquí? Joder... me estoy encontrando con todos los colegas. ¿Has visto a Nancy?
-¿Tú ex? No la verás, esa se ganó un sitio en el cielo por aguantarte.
Bromas aparte. Todos los días alguien muere, esa es la verdad, así que podemos decir que cada día el mundo termina para una persona. La única diferencia entre eso y el fin del mundo que nos ha vendido Hollywood , es que para la segunda generalmente nos avisan. Así que con este planteamiento, me gustaría dar un consejo:
- Haz lo que te gusta, acabamos dejando a un lado lo que nos hace felices por que creemos que siempre tendremos tiempo... a veces sin darnos cuenta dejamos de tenerlo.
Me gusta mucho tu manera de expresarte escribiendo
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