Hoy, a las 4:35 en la avenida Gasteiz de Vitoria, se podía oler la tragedia en el aire desde primera hora de la mañana. Ella era una madre de no más de treinta años que paseaba muy feliz con su cochecito de bebe cuando el autobús Nº5, siguiendo su ruta, accedió a la carretera por donde cruzaba la chica. Sin saber por qué y al grito de “Banzai”, la mujer embistió al autobús con el cochecito provocando 19 heridos y cuatro muertos a los que siguió atropellando entre la chatarra para el horror de los presentes.
Poco más tarde se descubrió que la chica procedía de Irún y que sufría del síndrome del conductor vasco. Una enfermedad que hace que las personas afectadas por ella, tenga un impulso irresistible de crear el caos, la muerte y la destrucción con cualquier vehículo a su alcance.
Para las 19:00 la mujer ya estaba recluida en el hospital de Santiago para su tratamiento cuando, tras empujar a la enfermera que la llevaba en camilla a rayos X, saltó de la misma para empezar a conducirla por los pasillos del hospital atropellando a médicos y pacientes por igual.