Con lo poco que me gusta viajar, es inconcebible la cantidad de sitios en los que he estado. Hoy, mientras desayunaba y pensaba que me apetecía escribir, sonreí con nostalgia recordando algunos de ellos.
Los lugares que he conocido y por los que me he movido siempre tienen algo en común, me parecen mujeres. Hablemos por ejemplo de Melilla. Al contrario de lo que se especula en las novelas de amor ¿qué hombre no está tentado de hundirse en el amor de una mujer fácil? Una chica que, como las calles de Melilla, tiene miles de promesas y deseos por complacer. Una ciudad en la que el pecado no es tal y que si la amas lo bastante, puede seducirte complaciendo tus vicios más oscuros.